1.
La voz excita a la voz.
Roza el contorno de todas las locuras,
las recorre, se hamaca con ellas
y estimula el desconcierto.
Lame la conciencia de los músculos,
desvela los sentidos uno por uno,
alista sus fulminantes.
El susurro besa la locura como un cono de miel,
en el centro del panal.
2.
Con su paladar humedecido
deslumbra la frontera más oculta de la piel.
No hay antecedente ni pared que sostenga el caos,
el espiral de la frontera enjabonada.
Todo es inicio, una y otra vez.
La piel - la voz - los sentidos,
desmembrados y al unísono.
3.
Entrar y salir es la ficción.
Se es un momento, un único tembladeral,
un panal embadurnando los cuerpos.
Los cuerpos arqueados
desde el eje de gravedad de la sangre.
La múltiple detonación del juicio.
Lo otro es ficción.
4.
Como en la poesía,
la noción de plenitud
desvive
cuando estalla
la noción de plenitud.
Poesía en Patagonia
Literatura construida por estos sures, para que llegue hasta donde vos estás.
viernes
martes
jueves
Poetas de Neuquén en La Habana
Parte del libro que presentaremos en La Habana, en el próximo Festival Internacional de Poesía, junto a textos de Raúl Mansilla, Gerardo Burton y la querida Macky Corbalán.
Dicciones
1.
(…) lo que asoma está aquí:
el poema de la planta del pie
vista desde abajo.
El pezón de la semilla
que excita a la tierra
y todo el vestuario del amanecer,
están aquí.
La palabra es el pie.
Su ligadura con los ojos
anuda los paréntesis,
los puntos suspensivos,
el asma de la raíz (…)
2.
(…) tres mil horizontes
quedan dispuestos en el inicio.
Cada uno impacta en el verbo que viene.
Improvisan párpados atentos
y remontan el puño río arriba:
sofocan el verbo de catarro.
Luego se repliegan. Dejan hacer (…)
3.
(…) antes y después,
el vacío interpela a la palabra:
descorcha significados,
iza otra letra.
Lo dicho, imperfecto y suficiente,
es un indicio de la espalda
que contagia lo que sigue.
Así, lo que se sirve en esta mesa
es tránsito.
Apenas un ojal del movimiento (…)
Ojal
(…) la nevisca parte la claridad / troza la luz.
Su iris abierto desde la nube
es el horizonte puntual de la ventana.
Más allá, el viento, la arena,
la voracidad cascarria del desierto.
Algo de ella hay a cada lado del vidrio:
un ojo es un ojal (…)
Detona
(…) ella es la quinta estación del año,
la que empieza todos los días.
Con sonidos exiliados del año que viene
secciona la estética de la razón:
la detona (…)
Rabia
(…) sólo puntos suspensivos en la mujer, en el hombre,
en el país que orbita el viceversa.
El insiste:
la sombra que transita en este julio
brilla en tus rulos de gaviota,
en el labial cubano que te hace continente,
en los cartílagos del mar,
en la cordillera del viento que traduce la rabia
y la hace imprescindible (…)
Está por decirse
1.
(…) estallido de la mudez:
tierra, semilla, alimento
en una sala de partos.
Parir tutela,
lazarilla la palabra.
Las que siguen,
las letras que forman la manada,
vienen con ese ajuar en la lengua
y su marca en el orillo (…)
2.
(…) anclada y trashumante.
Alucinada de los puntos suspensivos,
desova el talle de cada palabra:
de la angustia o del sueño
alimenta la tracción de la sangre,
eterniza y socava (…)
3.
(…) parir artilla la lengua,
deletrea la pulsión del agua.
Luego describe el remanso,
la viveza de la piedra en hacerse a un lado.
Se deja llevar por la gota en la pluma del ave.
El resto es público y notorio:
el pezón de la semilla en la tierra descamisada porque lo que se ha dicho siempre está por decirse (…)
Ajuar
(…) el ajuar de nosotros,
el ajuar nuestro -coloquial y clandestino-,
es la llama plural de la utopía.
Esto somos, muerte:
hélice de agua
y furia de deshielo (…)
Dicciones
1.
(…) lo que asoma está aquí:
el poema de la planta del pie
vista desde abajo.
El pezón de la semilla
que excita a la tierra
y todo el vestuario del amanecer,
están aquí.
La palabra es el pie.
Su ligadura con los ojos
anuda los paréntesis,
los puntos suspensivos,
el asma de la raíz (…)
2.
(…) tres mil horizontes
quedan dispuestos en el inicio.
Cada uno impacta en el verbo que viene.
Improvisan párpados atentos
y remontan el puño río arriba:
sofocan el verbo de catarro.
Luego se repliegan. Dejan hacer (…)
3.
(…) antes y después,
el vacío interpela a la palabra:
descorcha significados,
iza otra letra.
Lo dicho, imperfecto y suficiente,
es un indicio de la espalda
que contagia lo que sigue.
Así, lo que se sirve en esta mesa
es tránsito.
Apenas un ojal del movimiento (…)
Ojal
(…) la nevisca parte la claridad / troza la luz.
Su iris abierto desde la nube
es el horizonte puntual de la ventana.
Más allá, el viento, la arena,
la voracidad cascarria del desierto.
Algo de ella hay a cada lado del vidrio:
un ojo es un ojal (…)
Detona
(…) ella es la quinta estación del año,
la que empieza todos los días.
Con sonidos exiliados del año que viene
secciona la estética de la razón:
la detona (…)
Rabia
(…) sólo puntos suspensivos en la mujer, en el hombre,
en el país que orbita el viceversa.
El insiste:
la sombra que transita en este julio
brilla en tus rulos de gaviota,
en el labial cubano que te hace continente,
en los cartílagos del mar,
en la cordillera del viento que traduce la rabia
y la hace imprescindible (…)
Está por decirse
1.
(…) estallido de la mudez:
tierra, semilla, alimento
en una sala de partos.
Parir tutela,
lazarilla la palabra.
Las que siguen,
las letras que forman la manada,
vienen con ese ajuar en la lengua
y su marca en el orillo (…)
2.
(…) anclada y trashumante.
Alucinada de los puntos suspensivos,
desova el talle de cada palabra:
de la angustia o del sueño
alimenta la tracción de la sangre,
eterniza y socava (…)
3.
(…) parir artilla la lengua,
deletrea la pulsión del agua.
Luego describe el remanso,
la viveza de la piedra en hacerse a un lado.
Se deja llevar por la gota en la pluma del ave.
El resto es público y notorio:
el pezón de la semilla en la tierra descamisada porque lo que se ha dicho siempre está por decirse (…)
Ajuar
(…) el ajuar de nosotros,
el ajuar nuestro -coloquial y clandestino-,
es la llama plural de la utopía.
Esto somos, muerte:
hélice de agua
y furia de deshielo (…)
sábado
Casi, todos
(...) casi maestros rurales, maestricos, normalistas.
Casi niños y niñas, casi adultos.
Los 43 penetran en el cuerpo abruptamente,
raspan las paredes internas del estómago,
escalan las costillas,
una por una, las 43.
Retumban, tumban y retumban
los 43 casi en el pecho.
Ahora van a contramano por la tráquea.
Alzan en el camino otros tantos 43
de casi todos lados.
Ya se hacen boca, lengua
mundo que se rearma en millones de casi,
todos (...)
jueves
Sonidos familiares
1.
(…) un campanario de seis llaves en la mano.
Se para frente a la puerta de entrada.
Las mira una por una,
las compara con el ojo de la cerradura.
Elije la misma de siempre,
la entra despacio, casi sin roces,
como una ola de anillos.
Luego
las vueltas
enloquecidas
y la puerta gutural
que se abre a su cuerpo (…)
2.
(…) cierra los ojos,
pone el mate boca abajo,
en cuatro golpes, cae la yerba vieja.
El fósforo de madera busca el gas.
La pava desnuda bajo el agua de la canilla.
El sonido del agua caliente
le abre los ojos (…)
3.
(…) rehace el ritual de la bandeja hacia la pieza:
mide su cuerpo de frente, de perfil
y confiesa sus ganas al espejo del pasillo.
Prende la luz con el codo,
se descalza.
Sobre la cama
el papel en blanco del próximo sonido (…)
miércoles
Abuelas
(…) acá se pare en su momento
y también después:
un bebé lleno de música,
robado a su madre,
quema las manos del ladrón;
la madre del bebé lleno de música,
combustiona la vida más allá de la muerte;
36 años después, la música del bebé tiene su partitura.
Las Abuelas
nacen con el diapasón del fuego (…)
y también después:
un bebé lleno de música,
robado a su madre,
quema las manos del ladrón;
la madre del bebé lleno de música,
combustiona la vida más allá de la muerte;
36 años después, la música del bebé tiene su partitura.
Las Abuelas
nacen con el diapasón del fuego (…)
domingo
Un@, dos, mil puert@s
(Prólogo del libro Puert@s Suspensiv@s)
Este libro tiene tantos autores que no los puedo contar.
Como la poesía, que se nutre de la palabra que es social y colectiva, esta publicación fue impulsada, sostenida y financiada por un panal de personas e instituciones. Para nada casual.
Sergio Sarachu pertenece al movimiento de poetas y escritores que en los 80 –finales de la última dictadura militar- irrumpió en la Patagonia con una literatura comprometida y de ruptura. En torno a la revista Coirón, de la que fue su Jefe de Redacción, y del Centro de Escritores Patagónicos, formó parte de aquella irrupción literaria junto a escritores como Raúl Mansilla, Macky Corbalán, Eduardo Palma Moreno, Aldo Novelli –entre muchos otr@s- y acompañó un proceso similar que se daba en otros puntos de la Patagonia, con escritores como Bruno Di Benedetto, Cristian Aliaga, Graciela Cros, Liliana Campazzo, Debrik Ankudovich, Juan Carlos Moisés, Raúl Artola, entre much@s. De todos ellos, Sarachu es el único que aún permanecía inédito. Para nada casual.
El periodismo lo alejó una década de la Patagonia y a su regreso, decidió que la publicación de sus obras debía ser parte de un enjambre de voluntades para evitar asentarse en un intento individual, tan común en la sociedad actual y tan mezquino. El uso de la palabra como materia prima, con su carga social, ideológica, colectiva, coloca al poeta en esa visión del mundo al publicar su producto.
Y para continuar con las no-casualidades, digamos también que su estilo de escribir poesía es inclusiva de voluntades. Ha dicho, en correspondencia con Silvia Castro, que "es posible que nos pase lo que sucede cuando uno lee y lee y más lee lo que otros ya escribieron: nos damos cuenta que andamos sobre un médano de palabras utilizadas de alguna manera en su momento por alguien; que la poesía patagónica no nace con nosotros; ni con Bustriazo, Sacamata o Irma Cuña; ni siquiera con Saint Exupery ni los Pigafetta´s anteriores; ni aún con los pueblos originarios. Sólo quizá hubo generaciones que movieron algo ese médano con un par de palabras valiosas y necesarias. Y así de tanto en tanto. Que todo ya está escrito y por lo tanto todo está por escribirse. Pero siempre la mirada debe ser de conjunto, aunque la inclinación natural sea la individual, la tarea es conjunta. Por una cuestión ideológica y por una cuestión pragmática: un grano de arena no hace médanos. En mi caso, empiezo y termino con puntos suspensivos por lo que se escribió, anduvo, luchó, murió antes y por lo mismo que sucederá después. Y esa -me parece- es la que mejor me queda: de lo que somos, de lo que traemos podemos extraer unas palabras, generar un hecho poético, una creación a la pasada, y abrir el camino para los que vienen escribiendo, para que lo usen de piso o de nada”.
Así, buscando que el lector se involucre en esos puntos suspensivos, que estalle su visión del mundo con una imagen, una metáfora, una construcción poética, está concebido este libro.
Para llegar a esto el autor debió tener la complicidad de sus hijos Soledad, Sabrina, Sofía y Simón y de la madre de ellos, Ana Delia; de su profesión de periodista y restaurador de muebles antiguos; y de sus amig@s y compañer@s escritores, tanto de la Patagonia como del resto del país, que leyeron y aportaron a sus materiales durante estos años (en especial Silvana Melo, Maritza Kusanovic, Patricia Vega, Claudia Sastre, Cristian Carrasco, Tomás Watkins, Natalia Molina, y todos los nombrados más arriba).
Y continuando con esta línea coherente, la publicación se realiza con el aporte económico de quienes compartieron el colegio secundario, los “Dombosquianos”. Ellos empujaron al autor a editar el libro despejando del problema la cuestión monetaria y fundamentalmente, ubicándolo como un orgullo del grupo.
De esta manera emerge puert@s suspensiv@s, en forma colectiva y como un aporte a la construcción y reconstrucción de más poesía. Como lo hizo Liliana Campazzo que luego de leer “Tarea”, escribió: “el poeta es el hombre de la lenta mirada/ que orada como gota el lenguaje como piedra/ funda sentido a la existencia/ regala parsimoniosamente palabras/ latidos/ que en otro corazón se multiplican/ ahora sólo se puede decir lo que ha quedado/ silencio en suspensión...”.
Este libro tiene tantos autores que no los puedo contar.
Como la poesía, que se nutre de la palabra que es social y colectiva, esta publicación fue impulsada, sostenida y financiada por un panal de personas e instituciones. Para nada casual.
Sergio Sarachu pertenece al movimiento de poetas y escritores que en los 80 –finales de la última dictadura militar- irrumpió en la Patagonia con una literatura comprometida y de ruptura. En torno a la revista Coirón, de la que fue su Jefe de Redacción, y del Centro de Escritores Patagónicos, formó parte de aquella irrupción literaria junto a escritores como Raúl Mansilla, Macky Corbalán, Eduardo Palma Moreno, Aldo Novelli –entre muchos otr@s- y acompañó un proceso similar que se daba en otros puntos de la Patagonia, con escritores como Bruno Di Benedetto, Cristian Aliaga, Graciela Cros, Liliana Campazzo, Debrik Ankudovich, Juan Carlos Moisés, Raúl Artola, entre much@s. De todos ellos, Sarachu es el único que aún permanecía inédito. Para nada casual.
El periodismo lo alejó una década de la Patagonia y a su regreso, decidió que la publicación de sus obras debía ser parte de un enjambre de voluntades para evitar asentarse en un intento individual, tan común en la sociedad actual y tan mezquino. El uso de la palabra como materia prima, con su carga social, ideológica, colectiva, coloca al poeta en esa visión del mundo al publicar su producto.
Y para continuar con las no-casualidades, digamos también que su estilo de escribir poesía es inclusiva de voluntades. Ha dicho, en correspondencia con Silvia Castro, que "es posible que nos pase lo que sucede cuando uno lee y lee y más lee lo que otros ya escribieron: nos damos cuenta que andamos sobre un médano de palabras utilizadas de alguna manera en su momento por alguien; que la poesía patagónica no nace con nosotros; ni con Bustriazo, Sacamata o Irma Cuña; ni siquiera con Saint Exupery ni los Pigafetta´s anteriores; ni aún con los pueblos originarios. Sólo quizá hubo generaciones que movieron algo ese médano con un par de palabras valiosas y necesarias. Y así de tanto en tanto. Que todo ya está escrito y por lo tanto todo está por escribirse. Pero siempre la mirada debe ser de conjunto, aunque la inclinación natural sea la individual, la tarea es conjunta. Por una cuestión ideológica y por una cuestión pragmática: un grano de arena no hace médanos. En mi caso, empiezo y termino con puntos suspensivos por lo que se escribió, anduvo, luchó, murió antes y por lo mismo que sucederá después. Y esa -me parece- es la que mejor me queda: de lo que somos, de lo que traemos podemos extraer unas palabras, generar un hecho poético, una creación a la pasada, y abrir el camino para los que vienen escribiendo, para que lo usen de piso o de nada”.
Así, buscando que el lector se involucre en esos puntos suspensivos, que estalle su visión del mundo con una imagen, una metáfora, una construcción poética, está concebido este libro.
Para llegar a esto el autor debió tener la complicidad de sus hijos Soledad, Sabrina, Sofía y Simón y de la madre de ellos, Ana Delia; de su profesión de periodista y restaurador de muebles antiguos; y de sus amig@s y compañer@s escritores, tanto de la Patagonia como del resto del país, que leyeron y aportaron a sus materiales durante estos años (en especial Silvana Melo, Maritza Kusanovic, Patricia Vega, Claudia Sastre, Cristian Carrasco, Tomás Watkins, Natalia Molina, y todos los nombrados más arriba).
Y continuando con esta línea coherente, la publicación se realiza con el aporte económico de quienes compartieron el colegio secundario, los “Dombosquianos”. Ellos empujaron al autor a editar el libro despejando del problema la cuestión monetaria y fundamentalmente, ubicándolo como un orgullo del grupo.
De esta manera emerge puert@s suspensiv@s, en forma colectiva y como un aporte a la construcción y reconstrucción de más poesía. Como lo hizo Liliana Campazzo que luego de leer “Tarea”, escribió: “el poeta es el hombre de la lenta mirada/ que orada como gota el lenguaje como piedra/ funda sentido a la existencia/ regala parsimoniosamente palabras/ latidos/ que en otro corazón se multiplican/ ahora sólo se puede decir lo que ha quedado/ silencio en suspensión...”.
jueves
Enviolinado
I. Paraderos
(…) el estrabismo del idioma
con tu voltaje negro
en este blanco inocente y victimario.
Esa terca recorrida del horario de tu piel
por los cuatro paraderos de la noche.
La ebriedad de la ropa por el suelo
La payana de tus ojos nerviosos (…)
II. Más
(…) la brasa de tu mano,
la tradición de lo desconocido
en el tránsito hormonal de tus dedos flacos.
El recuerdo de lo que nunca se encontró,
el hambre de la memoria
entrando mañana a tu boca abierta.
El holocausto del paladar
deletreando tu voz amanecida en mi cuello.
Y más (…)
III. ilesa
(…) su yin descentra la lógica de la deriva.
Toda ella,
ilesa del poema,
sale a orbitar los muelles del día:
circunda el tránsito, las maderas de roble,
el mate, las noticias,
los puntos suspensivos de la almohada.
Empodera la vida (…)
IV. Té
(…) sirve un té rojo cuando abre sus poros.
Esfera la taza,
arena en círculos los temblores del humo.
Está cocinando palabras en sus ojos.
Juega con la cuchara, separa la piel,
el tatuaje de otros miedos.
Los minutos saltan las piedras que asoman en el té.
Deja un sorbo a medias en el “sí’
y se hace palpable,
sideral (…)
V. Péndulo
(…) el péndulo de esta canción
lame la arena de Madryn,
la espuma en el cutis del Moquehue,
el amanecer gris deshuesando Gallegos.
Vos hervís el placer,
humectás Neuquén
y te evaporás en un abrazo de dos mares.
El péndulo va y viene por tus profundidades,
enviolinado (…)
sábado
Sin fronteras
(a mi hermano Raul Mansilla)
(…) la palabra puert@ saca los pies del mapa.
Trasluce las esquinas del Lanín.
Cubaniza los dientes de la toma Almafuerte.
Toma cautiva la Knitach de mi madre,
le extirpa el asma,
pone sus manos de enfermera
en la valija, en el espejo,
en el abecedario de flaquezas a las 7 de la mañana.
-a esa hora ella recién volvía con su Siambretta
de poner inyecciones en Laprida-
Luego es la montaña, la red,
la panadería Crocantes de Cutral Có
y el vino de El Fletcher en el bandoneón de Lapataia.
Raúl Mansilla es la palabra puert@.
Su mapa tiene los pies de la poesía,
partid@ sin fronteras (…)
miércoles
Detalles
(…) mirada de valijas
sin andén.
El caserío es escarcha y humo de leña verde.
La rutina de la cascada anestesia el cerro.
Perforo este momento
para quitarle el idioma dulzón,
la terquedad del domicilio,
mis pantalones doblándose sin esquinas.
Despojo al pueblo de todos los placeres
y te reinvento,
detalladamente,
como esta lluvia humilde de feriado (…)
.
sin andén.
El caserío es escarcha y humo de leña verde.
La rutina de la cascada anestesia el cerro.
Perforo este momento
para quitarle el idioma dulzón,
la terquedad del domicilio,
mis pantalones doblándose sin esquinas.
Despojo al pueblo de todos los placeres
y te reinvento,
detalladamente,
como esta lluvia humilde de feriado (…)
.
Algo de Sur
(...) la arena y el valle son un vicio.
Cateterismo del sur que nos hace universales.
Aun parados en el ombligo de Santa Cruz,
de Chubut, de cualquier Patagonia que se precie,
somos mar y valle y desierto y cordillera.
Crecemos ordeñando la vida, relojeando la nieve,
el chaparrón, la fruta de carozo.
Masticamos distancias sin llamar la atención y
-disimuladamente-
hundimos la mano en el cráter del Copahue
para escribir en Lapataia:
algo de sur somos todos, para no caernos (...)
.
Cateterismo del sur que nos hace universales.
Aun parados en el ombligo de Santa Cruz,
de Chubut, de cualquier Patagonia que se precie,
somos mar y valle y desierto y cordillera.
Crecemos ordeñando la vida, relojeando la nieve,
el chaparrón, la fruta de carozo.
Masticamos distancias sin llamar la atención y
-disimuladamente-
hundimos la mano en el cráter del Copahue
para escribir en Lapataia:
algo de sur somos todos, para no caernos (...)
.
martes
Ubicua
(...) el aserrín del paisaje tendrá fotos de marzo,
huellas del 24 y la V del 26.
Estará la montaña y esa urticaria que baja de tu mano
con la furtividad de la cascada.
De Andacollo o Escambray
tendrá un domicilio de gasas musicales,
un remitente tracción a sangre
y el sahumerio de mil lunas
ubicuas,
ancladas, trashumantes (...)
.
huellas del 24 y la V del 26.
Estará la montaña y esa urticaria que baja de tu mano
con la furtividad de la cascada.
De Andacollo o Escambray
tendrá un domicilio de gasas musicales,
un remitente tracción a sangre
y el sahumerio de mil lunas
ubicuas,
ancladas, trashumantes (...)
.
Labial
(…) sólo puntos suspensivos y una mujer, un hombre, un país, que desintegran el aire que implosiona la palabra.
La sombra que transita en este julio
brilla en tus rulos de gaviota,
en el labial cubano que te hace continente,
en los cartílagos del mar,
en la cordillera del viento que traduce la rabia
y la hace imprescindible (…)
.
(…) sólo puntos suspensivos y una mujer, un hombre, un país, que desintegran el aire que implosiona la palabra.
La sombra que transita en este julio
brilla en tus rulos de gaviota,
en el labial cubano que te hace continente,
en los cartílagos del mar,
en la cordillera del viento que traduce la rabia
y la hace imprescindible (…)
.
Partid@ y viceversa
I.-
(…) el primer paso esmerila el malecón de marzo.
En los suburbios de ese mes
todo es hoja en blanco,
viceversa del deseo retrovisor.
Sus piernas se alzan blandas, disponibles,
paridas en la vajilla del inicio (…)
II.-
(…) albedrío del sofocón helado:
viceversa de la granada que inunda el planeta
con la tiza de Fuentealba.
-Un temblor de Arroyito a Trinidad
que desnuca el horizonte-.
El sur comienza hoy en el punto del penal
con la vida y la muerte en posición adelantada.
Trashumancia del dolor (…)
III.-
(…) l@s hij@s son la puerta del área.
Nacen en Cienfuegos, en Junín,
en el control obrero de todas las edades.
Viento eterno en ese pase de gol.
Un amanecer sin redes
que pastorea los noventa minutos
y cuelga los botines
de la angustia (…)
IV.-
(…) contracción de los ligamentos del miedo.
Bloqueo letal a la Cuba de la piel.
Inventar una jugada, una argamasa de saliva
para abrigarte en la gambeta de junio.
Un abrazo que golee,
que desinvierne,
que infraccione las defensas conocidas.
-Avanzar sobre el árbitro del poder
que factura el suero ahí en la toma- (…)
V.-
(…) limar con un gemido empalagado el ripio del año, traer del partido la sábana de preguntas. Sin un centavo en las uñas descolgar del arco el entretiempo y un sol que nos llene de almohadones, nos almuerce, nos relinche de luces, nos despabile de alambrados. Limar con el silencio reciente toda la semana. Fundar un calendario alternativo al salario, a las verduras, a la mesa desértica de la otra noche. Brindar con agua o con tu espalda húmeda, qué más da, si el destino es un bártulo que inventamos con la primicia de cada paso (…)
VI.-
(…) a las 4.22 la luna enhebra sus párpados,
se cose en guiños.
Hay un malbec, un champan, un chocolate
bordando la silueta del hechizo.
-El invierno deja sus cábalas ahí,
envuelve su nieve como una ofrenda
y se desliza secuaz-.
La ciudad se arquea sin saber por qué.
La Patagonia replica su jadeo
y aúlla estas poesías
previamente labiadas (…)
VII.
(…) la mitad visible de la luna es la taquicardia del río.
- Humaniza la cristalería de la noche,
restaura las prendas del instante,
toma posesión de la tersura- .
En esa jugada, engendra vellos azabache
con las piedras redondeadas.
Coloca el año por venir
en la otra mitad de la luna.
Pare con ella (…)
VIII.-
(…) vicevers@ del sur:
con el ladrido de la valija abierta
y el apellido universal del viento/
plagiado en la correntada del Limay/
este mapa depilado de imposibles
encalla.
En la desolación del renglón que viene
ovula tu nombre (…)
.
viernes
Llaves
(…) manojo de llaves sobre la calle.
Siete tentáculos de oferta en el asfalto,
huérfanos de puertas.
Sin bolsillos, sin cerraduras,
se abren a sí mismas
y me sacan palabras que lija el tiempo:
cuántos años sin decir papá (…)
.
Siete tentáculos de oferta en el asfalto,
huérfanos de puertas.
Sin bolsillos, sin cerraduras,
se abren a sí mismas
y me sacan palabras que lija el tiempo:
cuántos años sin decir papá (…)
.
miércoles
Voraz
(...) el proyectil del frío
se mide entre partidas y llegadas.
En esos ojos, esa piel, ese país. En este oficio del pulmón.
El arma que sostiene, al final,
es el tránsito entre el pulmón y la caricia insaciable
que vendrá.
Este pulmón mensurado por un cielo voraz, percutor (...)
se mide entre partidas y llegadas.
En esos ojos, esa piel, ese país. En este oficio del pulmón.
El arma que sostiene, al final,
es el tránsito entre el pulmón y la caricia insaciable
que vendrá.
Este pulmón mensurado por un cielo voraz, percutor (...)
Tarea
(...) el viento relee su memoria en cada árbol. Recuerda su estatura en el éxtasis del sauce, se espeja en el ñire y el coirón. Yo lo he visto gemir a los tumbos todo el año y hacerse sed en primavera.
Cuando horneamos palabras, somos viento. El poeta restaura una emoción que está en el otr@. Se hace poesía, polvo, árbol, denuncia, silencio en suspensión. Hasta que llega otr@ viento, otr@ poeta, a seguir la tarea (...)
.
Cuando horneamos palabras, somos viento. El poeta restaura una emoción que está en el otr@. Se hace poesía, polvo, árbol, denuncia, silencio en suspensión. Hasta que llega otr@ viento, otr@ poeta, a seguir la tarea (...)
.
jueves
Abanica
(…) la mitad visible de la luna
blanquea la taquicardia del río.
Humaniza la cristalería de la noche.
Restaura las prendas del instante.
Toma posesión de la tersura.
A esa hora,
Bigabi hace cabellos azabache
con las piedras redondeadas.
Coloca el año por venir
en la otra mitad de la luna.
Se abanica con ella (…)
.
blanquea la taquicardia del río.
Humaniza la cristalería de la noche.
Restaura las prendas del instante.
Toma posesión de la tersura.
A esa hora,
Bigabi hace cabellos azabache
con las piedras redondeadas.
Coloca el año por venir
en la otra mitad de la luna.
Se abanica con ella (…)
.
martes
Piedras verdes
(…) ahí están:
el viento que repta sugestivamente la cordillera
y la vegetación de tus besos
tatuando el horizonte.
Es una noche cristalina.
Los rápidos del Aluminé
aletean sobre las piedras verdes
mientras desguasa
tu lengua en correntada.
El aire es la sed del sauce (…)
.
el viento que repta sugestivamente la cordillera
y la vegetación de tus besos
tatuando el horizonte.
Es una noche cristalina.
Los rápidos del Aluminé
aletean sobre las piedras verdes
mientras desguasa
tu lengua en correntada.
El aire es la sed del sauce (…)
.
jueves
Ficción
(…) mientras un jueves de diciembre
viste y desnuda todas las estaturas del año,
ella teme ser ficción.
Intuye que sus labios fileteados en el desayuno
no son manteca y dulce de sauco
rimados con placer.
Busca salirse del libro, de la hoja, de los verbos que la inquietan.
Trata desesperada de no ser adjetivo,
desabrigarse de cada una de estas letras
que me sujetan a un idioma
con su ADN (…)
.
viste y desnuda todas las estaturas del año,
ella teme ser ficción.
Intuye que sus labios fileteados en el desayuno
no son manteca y dulce de sauco
rimados con placer.
Busca salirse del libro, de la hoja, de los verbos que la inquietan.
Trata desesperada de no ser adjetivo,
desabrigarse de cada una de estas letras
que me sujetan a un idioma
con su ADN (…)
.
Coordenadas
(…) el planeta se desgaja sobre los puntos cardinales. Al norte, un incendio de gemidos trepa como un niño. Al sur crece la llama de otro meridiano y escribe su olor en la coordenada del placer.
Sólo al este y al oeste las siluetas terrenales tienen adjetivos.
Ese país que gotea de su boca al fin me domicilia, me enraíza.
Hace crujir mi latitud y me flamea (…)
.
Sólo al este y al oeste las siluetas terrenales tienen adjetivos.
Ese país que gotea de su boca al fin me domicilia, me enraíza.
Hace crujir mi latitud y me flamea (…)
.
martes
Certezas
(…) aun para la gitana, la palma de mi mano
tiene pocas certezas a esta hora:
la piel es tu piel
y el deseo es una ría del invierno
que desagua el horizonte.
Todo lo demás nos gime,
asertivos (…)
.
tiene pocas certezas a esta hora:
la piel es tu piel
y el deseo es una ría del invierno
que desagua el horizonte.
Todo lo demás nos gime,
asertivos (…)
.
Finitud
(...) tras la ceniza de mi boca
este hombre esta mujer
restaura pacientemente la angustia del vacío
el sobrepeso de la pena
la hipotermia de un lunes sin pasión
el martes tiene la finitud de meses y de años
sin turbar la respiración
orillando el barranco del cuerpo
este hombre esta mujer este animal
vivirá sin reiterar te amo (...)
.
este hombre esta mujer
restaura pacientemente la angustia del vacío
el sobrepeso de la pena
la hipotermia de un lunes sin pasión
el martes tiene la finitud de meses y de años
sin turbar la respiración
orillando el barranco del cuerpo
este hombre esta mujer este animal
vivirá sin reiterar te amo (...)
.
viernes
Marea
(...) ausenta los filos de la noche
cuando arroba sus pechos en mi espalda.
Tras el frío salado de Las Grutas
planta una rotación distinta de la sangre,
otra percusión del equilibrio.
Calza la marea bajo este cuerpo
y hasta donde dá la vista
todo ha sido oscuridad,
nave del miedo (...)
.
cuando arroba sus pechos en mi espalda.
Tras el frío salado de Las Grutas
planta una rotación distinta de la sangre,
otra percusión del equilibrio.
Calza la marea bajo este cuerpo
y hasta donde dá la vista
todo ha sido oscuridad,
nave del miedo (...)
.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)