martes

Caída libre

(…) guardé tu voz en la valija con la ropa de invierno y cada tanto me la pruebo, la combino descalza, me subo a una silla y la escucho desnuda, me dice lentamente
disimulando las cervezas de hace un rato.
No me hacen bien ni tu voz, ni la distancia, ni esa mierda de ropero que te esconde para que no me consumas dulce.
Sacude sus temblores contra la ventana.
Rompe los vidrios
y me lanza desde el octavo piso.
Caigo sin gritos, sin ser noticia,
abrazado a una campera azul
con el logo de Quilmes (…)
.
.

4 comentarios:

La Moro dijo...

Dicen que quien avisa, no traiciona. Para que mis detractores, en el futuro, no me acusen de traición (motivos no les van a faltar, de todos modos), aviso: tengo el firme propósito de plagiar este texto y regalarlo. Me encanta esa metaforización perfecta sobre la voz del otro; muchas veces, al final lo último que me queda de los amores locos es la voz... por eso la guardo.
¡Ah! Un secreto: recomendé "Una por día" a un amigo, poeta el señor. No sólo le pareció "esselente" (sic), sino que además lee una poesía por día en su programa de radio, qué tul? Creo que ya me gané el derecho de ser presidente vitalicia y miembro nº 1 de tu fan's club, o no?
Siga escribiendo, poeta, que (me) nos hace bien. Un abrazo desde las (curiosamente) soleadas tierras riogalleguenses!

Sergio Sarachu dijo...

Moro, guardamos y nos han guardado la voz, caímos y tiramos del octavo piso cuántos amores locos!!!, plagie, regale, hágala suya, no sólo sos la presidenta vitalicia, la propaladora, la N° 1, también sos la socia en el sentido intelectual y de sentires (no de mercado) por lo que eso te da la autorización para hacer y deshacer!!
Tengo que retomar el laburo en Una por día, porque he faltado con aviso y en una de esas el trompa me descuenta los días caídos, ja ja
Nos seguimos leyendo y trenzando en cuanto debate ande por ahí.
A sentir, a gozar y a escribir que se acaba... diciembre!!!
Gracias por tu parte

Nan dijo...

la voz tiene eso de traer de golpe al otro, es lo que màs alegrìa o tristeza causa del otro en ausencia, segùn el dìa segùn la hora, segùn los motivos que sobren o falten, pero siempre es la voz lo màs dificil, cada vez que sueño con mi ausencia me despierto feliz de haber escuchado su voz otra vez, la voz de un cuerpo que ya no existe conserva algo de esa existencia

Sergio Sarachu dijo...

es cierto, andamos con una mochila de voces que nos crecen en todos los momentos
y momentos en los que no tenemos esas voces y nos meten en silencios de taquicardia o correntada