(...) el proyectil del frío
se mide entre partidas y llegadas.
En esos ojos, esa piel, ese país. En este oficio del pulmón.
El arma que sostiene, al final,
es el tránsito entre el pulmón y la caricia insaciable
que vendrá.
Este pulmón mensurado por un cielo voraz, percutor (...)
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