domingo

Un@, dos, mil puert@s

(Prólogo del libro Puert@s Suspensiv@s)


Este libro tiene tantos autores que no los puedo contar.
Como la poesía, que se nutre de la palabra que es social y colectiva, esta publicación fue impulsada, sostenida y financiada por un panal de personas e instituciones. Para nada casual.
Sergio Sarachu pertenece al movimiento de poetas y escritores que en los 80 –finales de la última dictadura militar- irrumpió en la Patagonia con una literatura comprometida y de ruptura. En torno a la revista Coirón, de la que fue su Jefe de Redacción, y del Centro de Escritores Patagónicos, formó parte de aquella irrupción literaria junto a escritores como Raúl Mansilla, Macky Corbalán, Eduardo Palma Moreno, Aldo Novelli –entre muchos otr@s- y acompañó un proceso similar que se daba en otros puntos de la Patagonia, con escritores como Bruno Di Benedetto, Cristian Aliaga, Graciela Cros, Liliana Campazzo, Debrik Ankudovich, Juan Carlos Moisés, Raúl Artola, entre much@s. De todos ellos, Sarachu es el único que aún permanecía inédito. Para nada casual.
El periodismo lo alejó una década de la Patagonia y a su regreso, decidió que la publicación de sus obras debía ser parte de un enjambre de voluntades para evitar asentarse en un intento individual, tan común en la sociedad actual y tan mezquino. El uso de la palabra como materia prima, con su carga social, ideológica, colectiva, coloca al poeta en esa visión del mundo al publicar su producto.
Y para continuar con las no-casualidades, digamos también que su estilo de escribir poesía es inclusiva de voluntades. Ha dicho, en correspondencia con Silvia Castro, que "es posible que nos pase lo que sucede cuando uno lee y lee y más lee lo que otros ya escribieron: nos damos cuenta que andamos sobre un médano de palabras utilizadas de alguna manera en su momento por alguien; que la poesía patagónica no nace con nosotros; ni con Bustriazo, Sacamata o Irma Cuña; ni siquiera con Saint Exupery ni los Pigafetta´s anteriores; ni aún con los pueblos originarios. Sólo quizá hubo generaciones que movieron algo ese médano con un par de palabras valiosas y necesarias. Y así de tanto en tanto. Que todo ya está escrito y por lo tanto todo está por escribirse. Pero siempre la mirada debe ser de conjunto, aunque la inclinación natural sea la individual, la tarea es conjunta. Por una cuestión ideológica y por una cuestión pragmática: un grano de arena no hace médanos. En mi caso, empiezo y termino con puntos suspensivos por lo que se escribió, anduvo, luchó, murió antes y por lo mismo que sucederá después. Y esa -me parece- es la que mejor me queda: de lo que somos, de lo que traemos podemos extraer unas palabras, generar un hecho poético, una creación a la pasada, y abrir el camino para los que vienen escribiendo, para que lo usen de piso o de nada”.
Así, buscando que el lector se involucre en esos puntos suspensivos, que estalle su visión del mundo con una imagen, una metáfora, una construcción poética, está concebido este libro.
Para llegar a esto el autor debió tener la complicidad de sus hijos Soledad, Sabrina, Sofía y Simón y de la madre de ellos, Ana Delia; de su profesión de periodista y restaurador de muebles antiguos; y de sus amig@s y compañer@s escritores, tanto de la Patagonia como del resto del país, que leyeron y aportaron a sus materiales durante estos años (en especial Silvana Melo, Maritza Kusanovic, Patricia Vega, Claudia Sastre, Cristian Carrasco, Tomás Watkins, Natalia Molina, y todos los nombrados más arriba).
Y continuando con esta línea coherente, la publicación se realiza con el aporte económico de quienes compartieron el colegio secundario, los “Dombosquianos”. Ellos empujaron al autor a editar el libro despejando del problema la cuestión monetaria y fundamentalmente, ubicándolo como un orgullo del grupo.
De esta manera emerge puert@s suspensiv@s, en forma colectiva y como un aporte a la construcción y reconstrucción de más poesía. Como lo hizo Liliana Campazzo que luego de leer “Tarea”, escribió: “el poeta es el hombre de la lenta mirada/ que orada como gota el lenguaje como piedra/ funda sentido a la existencia/ regala parsimoniosamente palabras/ latidos/ que en otro corazón se multiplican/ ahora sólo se puede decir lo que ha quedado/ silencio en suspensión...”.

2 comentarios:

Jorge Ramiro dijo...

Es un placer disfrutar de la poesía y por eso me encanta leer a distintos autores. En las vacaciones tengo mas tiempo libre, y suelo leer mucho mas. Como ya tengo la posibilidad de Viajar a Patagonia próximamente, espero poder conseguir algun libro nuevo de poesía

Sergio Sarachu dijo...

Gracias por tu paso virtual por aquí! Cuando andes personalmente, avisá y tendrás libros patagónicos. Un abrazo